Reflexión final
Mi experiencia en Urgencia Mater
El turno en que roté durante 5 jornadas estaba compuesto por dos matrones, Claribeth y Nicolás; dos TENS, Martita y Lily, quien luego se fue de vacaciones y fue reemplazada por Lore; y la auxiliar de servicio que se llama Anita pero que todo el mundo conoce como "la cuerpo" (me demoré dos turnos en averiguar su nombre real). El primer día, luego de presentarme en el cambio de turno, fue el profe Nico quien dijo con la máxima seriedad del mundo "yo tomo a la interna". Me morí de miedo.
En prácticas anteriores, se me asignó rotar en la unidad de urgencias de la Clínica Vespucio. En aquella ocasión no vi ninguna urgencia, sólo puse un monitor para RBNE y el resto del tiempo hicimos atención de puerperio y post operatorio ginecológico debido a la falta de consultas por urgencias. Por lo tanto, me atrevería a decir que esta fue finalmente mi única, primera y última práctica en el servicio de urgencias.
A lo largo de mis prácticas fui perdiendo el gusto por la clínica y haciendo más fuerte mi amor por APS. Sin embargo, esta rotación de tan sólo 5 turnos me devolvió la fe en mis capacidades como casi-matrona clínica y disfruté a concho cada minuto que pasé en este servicio. El profe Nico se encargó de hacerme sentir competente por primera vez en una práctica intrahospitalaria, en su particular modo de ser docente. Me exigió mucho, me miró con cara de desaprobación muchas veces, me felicitó con acciones y no con palabras, me alentó y me dio el espacio para decidir por mi misma qué acciones tomar con las usuarias. Se disculpó por "ser un ogro", pero en su opinión me faltaba un poco de mano dura. Por otro lado, respecto a la profe Clari, debo decir con orgullo que "me la gané". Al principio siento que ella no daba un peso por mi como interna, sin embargo, también me dio la oportunidad y el espacio de tomar decisiones y llevar a cabo procedimientos. Incluso las TENS fueron buenas docentes conmigo, dándome tips para la administración de medicamentos intra musculares (como el temido y doloroso metamizol), enseñándome con santa paciencia a usar las camillas, a encontrar las cosas en los cajones y recordándome cosas que a veces pasaba por alto.
La última noche que pasé en este turno, me pidieron que fuera a una salita de reuniones. Se me cayó el alma a los pies y se me rompió el corazón, pensé "hasta aquí nomás llegó mi internado, fue un gusto". Pero en realidad habían comprado chorrillanas y torta para hacerme una despedida, así que el corazón y el alma se me arreglaron instantáneamente.
Urgencia Mater, fuiste maravillosa.
Mi experiencia en UPI
Al principio fue complejo, me sacaron muchas veces en cara que tenía una cantidad vergonzosa de partos para ser interna. Sin embargo, la profe Teté y Don Polo (los matrones "más viejos" del turno), me contuvieron y alentaron a ser cada vez más proactiva y autónoma, basándose sólo en el feedback positivo. Si no fuera por todo el apoyo emocional y la excelente docencia que obtuve de ellos las primeras dos semanas, probablemente el final de todo esto no sería el mismo. Por otro lado, Héctor, un matrón recién egresado y ex alumno del profe Chirino, me alentó a no tener miedo e innovar sin importar lo que opinaran los matrones más intervencionistas y "apegados al modelo tradicional". Mucho balón kinésico, monitoreo intermitente, confort materno y poco tacto vaginal.
Estuve expuesta a ambas caras de la moneda, y ocurrió lo que yo considero la epítome del proceso de aprendizaje: derribar los cimientos de lo ya aprendido y crear el modelo propio de comportamiento. No creo en la episiotomía profiláctica, pero si creo que es mejor una episiotomía bien hecha que un montón de desgarros que pudieran alterar la función del piso pélvico y la estética de los genitales de la usuaria (ver nota final). Creo en el uso de analgesia farmacológica para el dolor real y avance del trabajo de parto, así como también considero indispensable las medidas no farmacológicas por todo el alivio emocional que entregan a la usuaria.
Al finalizar esta rotación me siento agradecida y enormemente orgullosa de las habilidades que desarrollé y del avance que sé que tuve. Siento que el turno en el que estoy rotando era el turno perfecto para mi: exigentes, buenos compañeros y alegres. Pero por sobre todo exigentes.
Cuando comencé acá, no quería atender partos. Hoy, luego de las excelentes experiencias que tuve, tampoco quiero seguir haciéndolo, pero me siento con el corazón lleno por haberlo hecho. Me gustó parto y creo que a parto le gusté yo, pero no estamos hechos el uno para el otro.
Nota final: Han pasado casi 4 semanas desde que escribí esta reflexión y recientemente se me llamó la atención por sugerir que tal vez los matrones viejos tienen razón y es mejor una epi bien hecha que un montón de desgarros para cualquier lado. Sé que me quejé cien veces de todas esas suturas interminables de los desgarros mega-superficiales que se le producían a las usuarias en la zona anterior de la vulva; me quejé cien veces de que mis lentes estaban rayados y me costaba ver, de que me dolía la espalda, que todos se burlaban de mi y que el profe Héctor me dejaba suturando muchas veces sola. Y me planeo quejar para siempre de las terribles cicatrices que le debo haber dejado a esas usuarias (o tal vez quedaron hermosas una vez que el edema post-lidocaína desapareció). Sin embargo, no puedo hacer como si no hubiera tenido esas cátedras y exposiciones en laboratorio en tercer año, cuando nos dijeron que no tocáramos el periné de la mujer, que las cosas saben hacer su trabajo sin que nosotros dirijamos nada. No puedo ignorar la evidencia científica, y por muy espantoso que sea pasar 30 minutos suturando laceraciones ínfimas (que más parecen clases de bordado con monjas que sutura clínica), prometo no volver a decir que una epi es mejor que un desgarro tipo 1.
Y aquí dejaré dos paper sobre masaje perineal y episiotomía versus laceración espontánea, por si lo vuelvo a olvidar en algún momento de mi carrera:
PERINEAL MASSAGE: PREVENTING PERINEAL EPISIOTOMY AND PERINEAL LACERATION DURING CHILDBIRTH
MATERNAL MORBIDITY IN VAGINAL DELIVERY WITH OR WITHOUT EPISIOTOMY IN NULLIPAROUS WOMEN
El trabajo en sala me llama mucho más la atención que el trabajo en la parte más clínica de la profesión, como ya he mencionado antes. Sin embargo, esta fue una pasada que no disfruté demasiado. Si bien es siempre un agrado trabajar en el turno en el que estoy rotando, esta vez con Cristina y Christopher (ambos matrones reconocidos por ser hiperkinéticos y ultra eficientes), finalmente me fui con gusto a poco y de lo poco, amargo.
"Cuando rotes en patológico, tienes que transformarte en la interna que siempre dice "ya está hecho"", fue lo que me advirtieron en UPI antes de irme a patológico. Y la verdad es que llegó un punto en el que por más que comenzara 45 minutos antes a preparar los medicamentos, estuviera todo listo y dispuesto 15 minutos antes de la hora y a la hora misma en la que había que pasarlos, ya se estaban pasando, jamás fue suficiente. No recuerdo un sólo turno en el que me sentara a tomar té a media mañana o a media tarde, los controles estaban siempre a la hora, siempre todo registrado. Siempre todo estaba hecho, pero aún así no era suficiente. Y la verdad es que me saco el sombrero por la magnificencia del orden y eficiencia que esos dos matrones son capaces de lograr, pero también me pregunto si en algún momento sus almas encontrarán satisfacción en el trabajo bien hecho o si sólo se pasarán el tiempo pensando que pudieron haberlo hecho mejor o más rápido (no quiero que suene como un comentario mediocre, pero es que ellos son imposibles de satisfacer).
Durante el último turno de noche, en una sala donde había tres usuarias (dos que llevaban más de un mes juntas y una nueva), se armó una fiesta increíble. Al hacer el control de las 23:00 me di cuenta que figuraban ellas tres, en reposo relativo, bailando y cantando al ritmo de Jesse y Joy que se presentaban en el Festival de Viña. Usuarias como ellas me llenan el corazón, conocerlas y saber sus historias, verlas turno a turno y ver sus avances o complicaciones, que ellas se sepan mi nombre y con confianza recurran a mi ayuda o consuelo.
Nota final: Han pasado casi 4 semanas desde que escribí esta reflexión y recientemente se me llamó la atención por sugerir que tal vez los matrones viejos tienen razón y es mejor una epi bien hecha que un montón de desgarros para cualquier lado. Sé que me quejé cien veces de todas esas suturas interminables de los desgarros mega-superficiales que se le producían a las usuarias en la zona anterior de la vulva; me quejé cien veces de que mis lentes estaban rayados y me costaba ver, de que me dolía la espalda, que todos se burlaban de mi y que el profe Héctor me dejaba suturando muchas veces sola. Y me planeo quejar para siempre de las terribles cicatrices que le debo haber dejado a esas usuarias (o tal vez quedaron hermosas una vez que el edema post-lidocaína desapareció). Sin embargo, no puedo hacer como si no hubiera tenido esas cátedras y exposiciones en laboratorio en tercer año, cuando nos dijeron que no tocáramos el periné de la mujer, que las cosas saben hacer su trabajo sin que nosotros dirijamos nada. No puedo ignorar la evidencia científica, y por muy espantoso que sea pasar 30 minutos suturando laceraciones ínfimas (que más parecen clases de bordado con monjas que sutura clínica), prometo no volver a decir que una epi es mejor que un desgarro tipo 1.
Y aquí dejaré dos paper sobre masaje perineal y episiotomía versus laceración espontánea, por si lo vuelvo a olvidar en algún momento de mi carrera:
PERINEAL MASSAGE: PREVENTING PERINEAL EPISIOTOMY AND PERINEAL LACERATION DURING CHILDBIRTH
MATERNAL MORBIDITY IN VAGINAL DELIVERY WITH OR WITHOUT EPISIOTOMY IN NULLIPAROUS WOMEN
Mi experiencia en Embarazo Patológico
El trabajo en sala me llama mucho más la atención que el trabajo en la parte más clínica de la profesión, como ya he mencionado antes. Sin embargo, esta fue una pasada que no disfruté demasiado. Si bien es siempre un agrado trabajar en el turno en el que estoy rotando, esta vez con Cristina y Christopher (ambos matrones reconocidos por ser hiperkinéticos y ultra eficientes), finalmente me fui con gusto a poco y de lo poco, amargo.
"Cuando rotes en patológico, tienes que transformarte en la interna que siempre dice "ya está hecho"", fue lo que me advirtieron en UPI antes de irme a patológico. Y la verdad es que llegó un punto en el que por más que comenzara 45 minutos antes a preparar los medicamentos, estuviera todo listo y dispuesto 15 minutos antes de la hora y a la hora misma en la que había que pasarlos, ya se estaban pasando, jamás fue suficiente. No recuerdo un sólo turno en el que me sentara a tomar té a media mañana o a media tarde, los controles estaban siempre a la hora, siempre todo registrado. Siempre todo estaba hecho, pero aún así no era suficiente. Y la verdad es que me saco el sombrero por la magnificencia del orden y eficiencia que esos dos matrones son capaces de lograr, pero también me pregunto si en algún momento sus almas encontrarán satisfacción en el trabajo bien hecho o si sólo se pasarán el tiempo pensando que pudieron haberlo hecho mejor o más rápido (no quiero que suene como un comentario mediocre, pero es que ellos son imposibles de satisfacer).
Durante el último turno de noche, en una sala donde había tres usuarias (dos que llevaban más de un mes juntas y una nueva), se armó una fiesta increíble. Al hacer el control de las 23:00 me di cuenta que figuraban ellas tres, en reposo relativo, bailando y cantando al ritmo de Jesse y Joy que se presentaban en el Festival de Viña. Usuarias como ellas me llenan el corazón, conocerlas y saber sus historias, verlas turno a turno y ver sus avances o complicaciones, que ellas se sepan mi nombre y con confianza recurran a mi ayuda o consuelo.
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